- Jue, 29 Nov 2007, 15:17
#217372
Recuerdo una amiga que dio a luz en Septiembre, yo estaba de 6 meses, al poquito de nacer su hijo me dijo: "hago algo que no se debe hacer, pero me encanta, colecho con él" y yo le dije "¿qué es eso?" (no lo abía oído en mi vida), "duerme conmigo", y yo le di el "consejito": "uy, qué mal, mira que luego se acostumbra y..."
Ahora curiosamente es ella la que aboga por la "independencia" de su hijo, quién, por cierto, duerme genial desde que le dió biberón a los 20 días de nacer mientras yo colecho con Xoel y le doy teta.
Como decimos en Galicia "como che cambiou o conto"...
Para mi, el tener a Xoel, el ir conociendome como madre a la vez que le conocía como hijo, fue un descurbimiento, me quité prejuicios, me quité la costumbre de dar aquellos consejos sustituyéndolos por contar mi experiencia, me quité de encima los consejos de los demás y le fui dando a mi hijo lo que en mi entender necesitaba en cada momento.
Llegó un día en que de tanto ponerlo en al teta con sus mil despertares, nos era ás cómodo que se quedase en la cama. Aún es hoy el día que seguimos intentando devolverlo a la cuna, y aprovechamos ese breve lapsus de tiempo que aguanta en ella para estirarnos y abrazarnos y soñar que dormimos unos minutos seguidos.
Pero Xoel vuelve, y a pesar de las patadas en la cara, de su culo en mi cabeza, de sus tirones de pelos... oir su voz al despertar diciendome "mamaaaaaaa, un beto" (y me da un beso) me hace sentir la mejor madre del mundo. A continuación me da una torta y me dice "vete", pero ya me da igual. Luego sigue el papi, a quién dice "apía papá, muno" (arriba papá, zumo) y literalmente lo empuja fuera de la cama.
¿como puede tener tanta fuerza?