Al final, como mi cuñada iba con su hermana, su sobrina (unos meses mayor que mi hijo) y su cuñado, pues me lancé.
Habitualmente no nos movemos por la ciudad, solemos escaparnos, así que para el enano, coger el autobús ya era un aventura. El chófer me dijo que ya habían cortado la Gran Vía, pero tuve suerte porque no tuvimos que andar demasiado entre la multitud (el niño emocionado/asustado de la gente), yo con el bolso, con mis cosas, con su merienda, y 2 paraguas (el suyo y el mío). Llegamos al punto de encuentro y empezaron las vergüenzas, que se esconde detrás de mi, que no queiro dar un beso a nadie, que no me quedan, que nosequé, que nosecual.....
Nos acercamos al paso de la cabalgata, faltaba media hora, pero ya estaba hasta los topes. Me senté en el suelo con los niños, a merendar y contar historias. Estábamos en zona de paso, así que los otros 3 adultos, se quedaron de pie, en plan pantalla. Terminada la merienda, todavía fataba tiempo, así que me los llevé a por unas chuches (como casi nunca le compro nada, le digo que puede elgir una cosa y va el pobre y elije una moneda de chocolate, de toda la tienda, y la niña unos gusanitos). Volvimos a la cola de la cabalgata, cada vez había más gente..... y llegaron las corrozas. La niña a los hombros de su padre, mi cuñada ya me había cogido los paraguas hace rato, así que me cogí al niño en brazos (veinte kilazos al brazo, y la cadera ya dislocada

El chico de delante, cada vez se giraba más y me dejaba ver menos, así que le dije: si no te importa, como tienes un hueco delante y eres bastante más alto que yo, pue sigual me pongo delante y así vemos todos todo...y va y me dice: es que si te pones delante igual mi hijo no ve y le dije que vale, que me ponía delante a ver que tal veía, y que si le tapaba que me volvía a poner detrás. Evidentemente, un hombre de 1,90 sujeta a un bebé bastante más alto que una mujer de 1,63, así que no le quedó más remedio que dejarme.
Y DE REPENTE FLIPÉ: Llega una "señora"; por dedir algo, dando codazos y empujones y se me pone delante, riéndose como una hiena, como loca del sitio que tenía, y codazo que te crió, y golpe pakí, golpe pallá, que va la tía que se coloca justo delante, haciéndose hueco (vamos, yo entiendo el espíritu navideño y la ilusión de todos, pero colarse a los niños en la cabalgata a última hora

Y esto último es lo de menos, pero no podía dejar de contarlo. Lo importante es que mi hijo, como otros miles disfrutaron embelesados de la fantasía

Y que a pesar de mis dudas, del paraguas, de la gente, me alegro un montón de haber ido a la cabalgata.
Eso sí, luego fuimos toooodos a cenar a casa de mi madre, y menos mal que llevábamos paraguas, porque nos pilló un chaparrón de aúpa.
Un beso a todas